Mientras me decido os dejo con otro escrito, surgido del aburrimiento que se puede acumular si intentas cruzar Zaragoza en autobús a hora punta aunque nada tiene que ver con el aburrimiento, Zaragoza o los autobuses:
GIRASOLES
Tornan su cabeza los girasoles al pasar tal belleza.
Su larga y brillante melena dorada les confunde.
Gritan desesperados al no encontrar el calor que esperaban de ella;
porque ella, quien tan cálida parece, es fría como un témpano.
Los girasoles hundidos y desorientados pierden las pipas antes de
tiempo, como si lloraran.
La de la dorada melena, su falso ídolo, ni tan siquiera les ve;
no se da cuenta del influjo que tiene,
bajo el cuál incluso el sol olvida sus responsabilidades
y le dirige su mirada y sus rayos sólo a ella si por ahí está.
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